Page 24 - OT ANIVERSARIO
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 PORTADA
Ha llegado el momento que se veía venir desde los últimos 10 años. Tudor ha dejado de ser solo una apuesta confiable y moderada, para convertirse en un infaltable de los coleccionistas y alcanzar las portadas de las revistas.
Después del despegue sostenido en la última década, el Ranger está aquí, de regreso desde los archivos de las grandes hazañas de hombres duros como un glaciar, para demostrar toda la historia que hace a Tudor merecer el lugar de honor.
De hecho, el Ranger no puede tratarse como una novedad al uso, es el relanzamiento de un reloj que ya ha existido y marcado la línea de tiempo de la fabricación Tudor desde 1929, cuando Hans Wilsdorf usó este poderoso nombre para un reloj por primera vez.
Remontémonos a esa época: los relojes eran instrumentos que un caballero necesitaba llevar a todos partes, las expediciones eran noticias que todos seguían y las exposiciones universales enseñaban maravillas mecánicas para lograr nuevas conquistas.
En 1929, el dueño de Tudor eligió el nombre de Ranger para envolver con ese halo de aventura a algunas piezas relojeras. Ese gancho de marketing terminó llevando a Tudor hasta latitudes que, en aquel momento, jamás hubiera soñado.
¿CÓMO Y POR QUÉ REGRESA
EL RANGER?
Hace 70 años, el 8 de julio de 1952 se convirtió en una fecha histórica para toda la humanidad porque una singular expedición, conformada por hombres de mar experimentados y científicos, salió desde Deptford, Londres, hacia las gélidas
y aún desconocidas superficies de Groenlandia. Faltaban aún varios años para que el hombre llegara a la luna, y el mundo se debatía en plena Guerra Fría, así que aún a estos aventureros se les despedía desde el puerto con gran desconfianza y demasiada valentía.
La British North Greenland Expedition (BNGE), una misión que recibía el nombre clave “Hielo del Norte”, tenía el propósito de estudiar a fondo los glaciares y los movimientos sísmicos en la cúspide del planeta, además de las ondas radiofónicas en latitudes y condiciones tan extremas, durante dos años.
Tudor tomó esta oportunidad y colocó en la muñeca de cada uno de los 30 integrantes su reloj más fuerte, se sumó a la aventura haciendo una prueba en condiciones reales verdaderamente hostiles, puesto que soportaron temperaturas de hasta -25 grados centígrados.
Hicieron largos trayectos explorando el terreno sobre trineos, orugas y otros tantos a pie.
Como consecuencia de estos estudios, descubrieron nueva geografía como las Montañas Barth y la Tierra de Reina Luisa, transmitieron información táctica muy importante para las Fuerzas Armadas británicas y sus aliados, todo bajo el comando de James Simpson.
Por su liderazgo en esta proeza, Simpson recibió la Medalla de Oro del Patrono de la Royal Geographical Society, entre otros reconocimientos ilustres.
Tudor no colocó en esta prueba cualquier reloj
de catálogo sino que eligió su entonces nuevo Oyster Prince, el primero de la manufactura en combinar un mecanismo automático con una caja completamente hermética. Pero adicionalmente, la manufactura dio un paso más y los preparó con una lubricación con aceite “ártico” para garantizar el funcionamiento, pero también con atención extra en los brazaletes, previendo que debían usar estas piezas sobre las mangas de parkas térmicas.
A cambio, Tudor pidió que los excursionistas llevaran un registro del desempeño de sus relojes en estas condiciones, por lo que parte de sus documentos son anotaciones comparativas diarias entre las señales horarias emitidas por la BBC y la precisión de los instrumentos que Tudor había puesto en sus muñecas.
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